Pídele a tu Padre (2/2)
Por John Piper
Jesús nos anima a orar aclarando que todo el que pide recibe, y no son solamente algunos los que reciben. “Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”.
4. Todo el que Pide Recibe
Al usar la palabra todo en el versículo 8, Jesús quiere vencer nuestra timidez y vacilación, aquello que nos hace pensar que puede funcionar para otros pero no para nosotros. Por supuesto, aquí Jesús no está hablando de todos los seres humanos sino de los hijos de Dios. Porque si no tenemos a Jesús como nuestro Salvador y a Dios como nuestro Padre, estas promesas no se aplican a nosotros.
Juan 1:12 dice: "Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios". Para llegar a ser hijos de Dios, debemos recibir al Hijo de Dios, Jesucristo, quien nos concede el derecho de la adopción. Y estas promesas son para los hijos de Dios.
Todos los que reciben a Jesús, y piden, reciben cosas buenas de su Padre. El punto es que ninguno de sus hijos está excluido. Todos somos invitados y animados a venir al Padre. Martín Lutero vio claramente el camino que Jesús nos está señalando:
"Él sabe que somos tímidos y vergonzosos, que nos sentimos indignos y que somos incapaces de presentar nuestras necesidades a Dios… Pensamos que Dios es tan grande y que nosotros somos tan pequeños que no nos atrevemos a orar… Por esta razón, Cristo quiere sustraernos de esos pensamientos tímidos, quitarnos las dudas, y ayudarnos a seguir avanzando confiada y audazmente". (The Sermon on the Mount [El Sermón del Monte], traducido por Jaroslav Pelikan, Vol. 21 de Luther's Works [Las Obras de Lutero, Concordia, 1956], p.234.)
5. Estamos Yendo a Nuestro Padre
Lo hemos dicho implícitamente, permítame ahora decirlo explícitamente para que podamos percibir toda la fuerza que posee esta verdad: Cuando vamos a Dios a través de Jesús, estamos yendo a nuestro Padre. Versículo 11: "Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!". Para Jesús, Padre no es un título y nada más. Es una verdad enorme. Dios es nuestro Padre. Esto significa que nunca, nunca nos dará algo que nos perjudique. Nunca. Porque es nuestro Padre.
6. Nuestro Padre Celestial es Mejor que nuestro Padre Terrenal
Además, Jesús nos anima a orar revelándonos que nuestro Padre celestial es mejor que nuestro padre terrenal y que ciertamente nos dará cosas buenas, mucho más buenas de las que ellos nos dieron. En nuestro Padre celestial no hay nada de malo, como hay en nuestro padre terrenal.
Versículo 11 nuevamente: "Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!". Estoy consciente, y Jesús mucho más aún, de que nuestros padres terrenales son pecaminosos. Ésta es la razón por la cual la Biblia repetidamente llama la atención no solamente a la similitud que hay entre los padres terrenales y el Padre celestial, sino también a las diferencias que hay (por ejemplo, Hebreos 12:9–11; Mateo 5:48).
Así que Jesús va más allá del ánimo que nos da al decirnos que Dios es nuestro Padre; nos dice que Dios siempre es mejor que nuestro padre terrenal, porque todos los padres terrenales son malos, y Dios no lo es. Aquí Jesús se expresa de manera contundente y si se quiere, brutal. Éste es un claro ejemplo de que Jesús creía en la pecaminosidad universal de todos los seres humanos. Da por sentado que todos sus discípulos son malos, y no lo dice con alguna palabra más suave, como pudieran ser los términos pecaminosos, o débiles. Simplemente dice que sus discípulos son malos (ponēroi).
Jamás debemos limitar el concepto de la Paternidad de Dios con lo que conocemos de nuestro padre terrenal. Más bien, entendamos el hecho de que Dios no tiene ninguno de los pecados ni limitaciones ni debilidades ni lastres que cuelgan de nuestro padre terrenal. Aquí Jesús apunta a lo siguiente: Aunque los padres terrenales han caído y son pecadores, generalmente tienen la gracia suficiente como para dar cosas buenas a sus hijos. Hay padres que son terriblemente abusivos. Pero en casi todo el mundo los padres son celosos por el bien de sus hijos, aún cuando no tengan totalmente claro lo que es bueno para ellos. Pero Dios siempre es mejor. No hay nada malo en Él. Por lo tanto, el argumento es categórico: Si nuestro padre terrenal nos dio cosas buenas (¡o si no lo hizo!), cuánto más el Padre que está en el cielo nos dará cosas buenas a los que le pidamos. Y aquí hay algo implícito que subraya lo que afirmamos en el punto 4: "Todo el que pide, recibe". Si Jesús les dijo a sus discípulos que eran malos, entonces las únicas personas que pueden ir a Dios en oración son los malos hijos de Dios… Nosotros somos hijos de Dios, y somos malos. En otras palabras, aún cuando hemos sido adoptados por Dios en su familia, el pecado permanece en nosotros. Pero Jesús dice que todos recibirán, ¡todos los malos hijos de Dios! En un momento veremos porqué sucede esto.
7. Podemos Confiar en la Bondad de Dios Porque Él nos ha Hecho sus Hijos
Aquí hay otro incentivo implícito para la oración: Dios nos dará cosas buenas porque somos sus hijos, porque ya nos ha concedido el don de haber llegado a ser hijos suyos.
San Agustín observó: "¿Por qué él no nos habrá de darnos ahora a nosotros, sus hijos, cuando le pedimos, si ya nos ha concedido esto mismo, es decir, que seamos sus hijos?" Ya hemos visto que ser hijos de Dios es un don que recibimos cuando vamos a Jesús (Juan 1:12). En Juan 8:42, Jesús les dijo a los fariseos: "Si Dios fuera su Padre… ustedes me amarían". Pero Dios no era el Padre de ellos. Rechazaban a Jesús. De manera que no todos son hijos de Dios. Si Dios nos ha hecho sus hijos, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas que necesitamos?
8. La Cruz es el Fundamento de la Oración
Finalmente, en estas palabras está implícita la cruz de Cristo como el fundamento de todas las respuestas a nuestras oraciones. La razón por la que digo esto es porque nos llama malos y no obstante dice que somos hijos de Dios. ¿Cómo es posible que personas malas sean adoptadas por el Dios infinitamente santo? ¿Cómo podemos presumir que somos sus hijos, y mucho menos pedir esperando recibir, buscar esperando encontrar, y llamar esperando que la puerta se abra?
Jesús nos da la respuesta en varias oportunidades. En Mateo 20:28 dice: "El Hijo del Hombre no vino para que sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos". Él dio su vida para rescatarnos de la ira de Dios y ponernos en la posición de hijos que solamente reciben cosas buenas. Y en Mateo 26:28, en la Última Cena, dice: "Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados". Cuando confiamos en Cristo, nuestros pecados son perdonados debido a que su sangre fue derramada por nosotros. Ésta es la razón por la cual aunque Jesús nos llama malos, podemos ser hijos de Dios y confiar en que Él nos dará cosas buenas cuando se las pedimos.
La muerte de Jesús es el fundamento para todas las promesas de Dios y para todas las respuestas a las oraciones que pudiéramos presentar ante Él. Es por esto que la expresión final de nuestras oraciones es "en el nombre de Jesús". ¡Todo depende de él!
Hasta aquí, podemos resumir lo dicho en esta frase: Jesús nos anima a orar. Pero, ¿sería lógico seguir hablando de esta manera acerca de la oración si nuestra meta en este año no fuera, precisamente, orar? Él nos da por lo menos ocho razones para que lo hagamos.
Una Pregunta Final
¿Cómo entenderemos estas seis promesas en los versículos 7 y 8: "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre"?
¿Significa esto que un hijo de Dios recibe todo lo que pide? Pienso que la respuesta a esta pregunta está en el contexto: No, no obtenemos todo lo que pedimos y no deberíamos obtenerlo y no deberíamos querer obtenerlo. La razón por la que digo esto es que si Dios hiciera todo lo que le pedimos que haga, nosotros llegaríamos a ser Dios, y… no somos Dios. Solamente Dios es Dios. La razón por la que digo que no tendríamos que querer obtener todo lo que pedimos es porque deberíamos llevar la carga de una sabiduría infinita que no tenemos que llevar. Simplemente no sabemos lo suficiente como para decidir cómo resultará cada decisión y cuáles serán los acontecimientos que se producirán en nuestra vida y mucho menos en la historia.
Pero otra razón por la que digo que no obtenemos todo lo que pedimos es porque el texto lo implica. En los versículos 9–10 Jesús dice que un buen padre no dará a su hijo una piedra si le pide pan, y no le dará una serpiente si le pide un pescado. Esta ilustración nos lleva a preguntar: "¿Y si un niño pide una serpiente?" ¿El texto dice que el padre le dará una serpiente a su hijo? No, no lo dice. En el versículo 11, Jesús extrae esta verdad de las ilustraciones. El Padre celestial solamente dará cosas buenas a aquellos que le pidan.
Dios da Solamente Cosas buenas
Dios da solamente cosas buenas, solamente cosas buenas. No da serpientes a sus hijos. Por consiguiente, el texto mismo no indica que se puede llegar a esta conclusión: Pidan, y se les dará significa pidan y recibirán exactamente la misma cosa que piden porque la han pedido en la forma en que la han pedido. No dice esto. Y no significa esto.
Si tomamos el pasaje como un todo, dice que cuando pedimos, buscamos y llamamos, cuando oramos como hijos necesitados mirando más allá de nuestros propios recursos a nuestro Padre celestial que es digno de toda confianza, Él oirá y nos dará cosas buenas. A veces nos dará exactamente lo que pedimos. A veces exactamente cuando lo pedimos. A veces exactamente en la manera como lo deseamos. Y otras veces nos dará algo mejor, o en el tiempo que Él sabe que es mejor, o de la manera que él sabe que es mejor.
Por supuesto, esto pone a prueba nuestra fe. Porque si hubiéramos pensado que lo mejor era otra cosa, lo habríamos pedido en primer lugar. Pero no somos Dios. No somos infinitamente fuertes, ni infinitamente justos, ni infinitamente buenos, ni infinitamente sabios, ni infinitamente amorosos. En consecuencia, el hecho de que no obtengamos todo lo que pedimos es una demostración de gran misericordia para nosotros y el mundo.
Aceptemos la Palabra de Jesús
Si no aceptamos la palabra de Jesús, si no pedimos y buscamos y llamamos, perderemos bendiciones para nosotros mismos, nuestra familia, nuestra iglesia, nuestra nación, nuestro mundo. Entonces, únase a mí en el compromiso renovado de dedicar tiempo a la oración, a solas, en familia, y en grupo.